martes, 5 de diciembre de 2017

Sofía de la Vega







La elegida

Hoy fui a misa con mi mamá. Los chicos
de la Facultad siempre dicen no creás
y yo les cuento que tengo miedo al diablo
y no a los ladrones. Abro la cortina del baño
aunque no me esté por bañar pero no
miro atrás cuando me bajo del colectivo.
Son las veces que elijo los nombres de quienes
me llorarían y a veces me sorprende. Los imagino
muy feos. Cuando era chica quería vivir
una vida rápida y tener un hijo a los 14 años.
Pensaba que así viviría la mayor parte con él
y no lo dejaría solo. Todavía quiero ser madre pero
no sé si me interesa mi muerte. Me interesa
si el diablo aparece aunque dicen que existe
sólo si lo crees. Los ladrones no son nada
terroríficos si pensás en esos camisones blancos
que usaba Emily Rose en la película. Nunca
me pareció una posibilidad no rezar aunque
con los años es más difícil creer en Dios. Antes
sentía que Jesús quería que fuese su elegida.
A los 10 le pedí que prefería
una aparición de la virgen antes que la suya.
Por eso no me volvió a hablar. 




Corte sirena

Yo sé que hablamos de mi ansiedad femenina
y de plumplum, no de hacer el amor.
Pero vos no sabés que escribo poemas
sobre científicos y pienso cómo la sintaxis
te hace jugártela tan poco.
A todos los chicos que conozco les gusta el fútbol y lo juegan mal
menos mi papá que me dice siempre
peor es nada.
Yo creo que nada es mejor
pero los mensajitos van y vienen
sé que hay compromisos. Nada 
nos detiene ni las razones que te dan a pensar
que algo quiero pescar.
Saber que no es fácil llegar me recuerda
todos los diálogos que tengo de noche
con los chicos de mi adolescencia
que nunca pude decirles no.
Quiero ser miss universo Perú
salir en la televisión
con un vestido blanco y negro
corte sirena diciendo:
Soy
Sofía de la Vega
Vengo de Tucumán
Mis medidas son:
las veces que me dijeron qué lindos son tus poemas
y vos contestaste se quieren acostar con vos.
No quiero escribir sobre cómo me dañás
sólo sobre cómo decís no saber manejar
tu baja autoestima.
Los autos se manejan nene, no las nenas.
Vos no escuchás
no pensás no interpretás.
Sé que estás dando lo mejor de vos
pero ya es tarde.
Las selfies se van amontonando
yo estoy muy atrapada entre vos y mi casa




Rompecabezas

La última vez que viaje a Buenos Aires no fue
como las demás. Me entristecí pero hablé  mucho
con un amigo que también estaba triste pero siempre
lo oculta y también con un amigo que nunca oculta nada
pero sí que yo le gusto. Creo que lo quiero más
por eso. Un día me acosté en un banquito en un parque,
miré unas ramas y me largué a llorar. Hoy me dijeron:
¿si no pasa nada malo no pasa nada bueno tampoco, no?
La inmovilidad de este casi bien no me sirve ya. Creo que
en las provincias se vive siempre casi bien. Un poema de Durand
dice que vivir siempre en el barrio nos asegura un error duradero.
Todo se mueve más lento desde que sabés lo que querés. Todo,
también, parece parte de un rompecabezas
las piezas no se terminan de juntar porque el fabricante
del rompecabezas ya no hace envíos a Tucumán. A la gente
le pone triste las cosas tristes, a mí me angustia no distinguirlas.
En Buenos Aires tampoco sentí nada, amistad y calidez sí, pero
nada que me genere un desorden mental verdadero. Entonces lo que quería
vino desde mí, nadie más. Aunque un día fui a una terracita
a buscar libros de alguien que no conocía ni había visto sus fotos
y  cuando llegué pensé que todo era sorprendente. Que estrenaba
su sillón nuevo y sus zapatillas me gustaban mucho.
Fue emocionante aunque no pasó nada.
Un poema de amor salió después de muchos meses camuflado
con otras cosas como mi perra enferma de 16 años,
historias de japoneses sin cabeza, la infancia de mi papá
y el relato de un poeta que vive entre dos países.




Gato


No encuentro a nuestro gato
hace tres días, no lo vemos ni escuchamos.
Vos estás sentada viéndome
revisar debajo del inodoro del baño de servicio
una vez más. Todas las veces fue así:
la boca se achica y se llena de
líneas verticales
como si un olor te estuviera
molestando
pero no decís nada. Tampoco te movés.
Hay cosas
que no limpiamos de la heladera
y cosas
que tampoco sacamos a ventilar.
Debajo de nuestra cama
no hay espacio para un animal
aunque sea frágil. Encuentro objetos baratos
cuando me agacho, objetos
que nos hacían felices.
El desorden es una forma de desamor.
Todo lo que soy acompañaba
al gato. Venía de la casa de mi madre
y me miraba desde la alacena de la cocina
como lo hacés vos ahora.
Cierro la puerta de mi cuarto
prefiero no sentir más
los ruidos de afuera.




Planetas hermosos


Estaba en un submarino dije una vez
mientras fumaba en una terraza
color amarillo maíz.
Tenía 16 y no entendía por qué
mi amiga Ada se pasaba tantas horas
comiendo con el novio esas roscas
blancas que son feas para mí. A la noche
Ada iba a los recitales de Flema
me mostraba moretones en las clases
violetas y hermosos
formas de planetas inexistentes

Así eran Ada y el novio, no
existían. Un día
me llamaron por teléfono
para ir de vuelta a la terraza
pero no quise verlos ese día. Al novio
me lo cruce una vez más disfrazado
de pancho en la calle
con la sonrisa más zarpada que vi

Mi amiga me sigue hablando de
cucumelos perdidos en el cerro
el novio murió hace unos años
tratando de llegar a una galaxia
donde los moretones nunca desaparecen




Sofía de la Vega nació en San Miguel de Tucumán, en la provincia de Tucumán en 1993. Estudia Letras en la Universidad Nacional de Tucumán. Es organizadora del Festival Internacional de Literatura Tucumán (FILT). Trabajó como editora en Culiquitaca Ediciones, actualmente, está trabajando en la edición y prólogo de la obra reunida de Inés Aráoz. Es parte de la Antología Jardín 16 (Minibuses, 2016) y Fanzine (Almadegoma ediciones, 2016). Publicó la plaqueta Encuentro Latinoamericano de Lengua de Señas y Sordos (Charqui Ediciones, 2016). Participó de la residencia para poetas jóvenes en el Festival Internacional de Poesía de Rosario (FIPR) en el 2017.



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