jueves, 24 de noviembre de 2016

Lucía Paiz








tenías una forma tan obscena de hacerme sentir deseada
digo obscena por no decir chota
había un teléfono que vibraba en la mesita de luz
el día que me miraste las tetas adelante de todos
mientras el teléfono vibraba en la mesita de luz
“yo igual no me siento culpable” dijiste 
mientras el celular moría despacio
como moría mi culpa
mi deseo
mi amor






contemos algo que sea propio
como la vez que corté y pegué
todas las formas tuyas de cerrar los párpados
cerraste los ojos entre rivadavia y san pedrito
y sentí el sabor de la duda entre los dientes
cerraste los ojos cuando se cayó la bolsa de hielo
que explotó por todo el piso de la cocina
y había que secar pero justo
cerraste los ojos
y aparecimos entre el biombo y el cuarto
y me olvidé del agua y del ruido de las cosas que empezaron a crujir silenciosamente
cerraste los ojos cuando no intenté hablar
y se me enredó la boca intentando pensar
en que no es realmente necesario andar contando todo
cerraste los ojos cuando te dije que podías cerrarlos
con las pestañas sobre la nariz boxeadora
y con los ojos bien abiertos
te vi cerrar los ojos con la excusa
de las pelusas de los árboles que vienen con el viento
ese día volví a casa
a cerrar las cosas
y cerré los ojos
mientras el agua en la cocina
se secaba con el calor del sol








termino los días agotada
me desmayo en la cama
me desmayo entre mi pelo
y mis manos secas
y mi cuerpo joven
de tanta pulsión
de tanto deseo extasiado
de tantos vasos de agua
dos lágrimas
un café cortado
la vivencia desde mis días
enfermos angustiosos
la crisis cortándome la piel
la crisis entre mis piernas
atravesándome
nocturna
mientras mi pecho se agota
en una caricia y tres besos
siempre pienso en vos
se me quema
(ojalá
literalmente
ojalá
fuese así)
el cerebro
todos los días
entre el bullicio
el calor
los líos de ensaladas avinagradas
y esta boca reseca
no dejo de pensar en vos
y los ratos se me enredan entre papeles de comandas
y te juro
me tocaría en el baño
para que dejes de creerme
insisto en los días
y los viajes en bondi
y en este cuerpo despierto
plenamente pensando en vos
quiero
dejar de esperar verte
para que me digas
lo que no querés decirme
y del pálido recuerdo
entre cortinas bajas
y besos de sidra
sidra caliente
en el cuarto
del fondo
paradoja de la imposibilidad
quiero
ser una y un millón entre tu cuerpo
y revivirte
tal vez mientras
mi boca estalla
en alguna otra entrepierna
me encantaría olvidar
y dejar de hablar
de la imposibilidad de mi carácter
y mis elecciones
que cada día me pesan un poco más
porque la etiqueta se me antoja
necesaria
y mi cabeza es una guerra
y mi amor por vos
es el souvenir más caro de este sueldo pobre
y como dijo charly
asesiname.




Ensayo

¿y si no hay nada mas que ofrecer?
dejaríamos de cortar los silencios
se podría entonces
ofrecer un espacio
o una birra medio caliente
disculpar los excesos 
olvidarse del momento en que los cuerpos
están como en caída libre
y simular una cosa así como un engaño
que en realidad 
es un guiño a lo revoltoso 
y le da forma
no se podría ser todo el tiempo una chispa
habría que fingir un poco 
deslumbrar la charla
y saber el momento exacto 
del "hay que desvestirse"
y adivinar 
el otro instante
el del vestirnos 
y volver a jugar
como los chicos




Lucía Paiz nació el 17 de marzo de 1995. Vive en Buenos Aires. Estudiante de Letras, actualmente. Futura psicóloga. Leyó en varios ciclos de poesía y participó en algunos talleres literarios. Coordinó el ciclo "Poesía hasta la masmédula". Algunos de sus poemas se pueden leer en su blog http://detrasdeloimpudico.blogspot.com y en http://sensualidadessensibles.tumblr.com/

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