jueves, 27 de octubre de 2016

Rosario Sánchez








I


Fuego

El tabaco armado es verano
y aprendo a querer a los 
incendios forestales 
que llevo dentro de mí

donde no hay bombas de agua
solo intrigas que eclosionan
entre las paredes de un
“no se quién seré”

tengo esta visión en llamas
de todos los bosques
y esta tensión entre lo que viene y
lo que debe venir



Crisantemo

Hoy atravieso
en puntas de pie,
con los ojos cerrados,
luces naranjas y azules
y llego al recuerdo:

estás ahí,
donde de golpe
se abren juntas
todas las estaciones del año



Todos los díasquiero dejar de desear
y decir de dónde soy

volver a tocar
volver a atraer
que la fuerza del sol nos una
en una primavera eterna

quiero tener poderes simples
que vengas a mi
aunque sea un instante

que el tiempo no tenga
mucho más espacio
y seamos uno
en la luz que se esconde
detrás de todas las cosas.



VI.              


Sísifo

Otro día que pasa:
espero al cartero
al hombre del agua

al día en que yo deje de ser
mi propia desilusión.



XVII


Siesta


Por la mañana
los gatos buscan el sol
para dormir 

brindan una imagen nítida
de lo simple que es para ellos
estar satisfechos

estoy segura de que pronto el sol
va a ser para mi
igual de suficiente.        




XX. Soledad


no querer usar la sabiduría
para predecir

y llevar dentro
estas marcas

quemaduras
imperceptibles

como las que deja el tabaco en la ropa
                        cuando pasa una brisa








María del Rosario Sánchez, nació en Lomas de Zamora. Es profesora de Castellano, Literatura y Latín. Coordinó talleres de escritura creativa y el ciclo de música y lectura  “Colinas como elefantes blancos” en zona sur. Actualmente da clases de Literatura en escuelas secundarias y es adscripta en la cátedra de Literatura en Lengua Inglesa, en el I.S.P Dr. Joaquín V. González. En el año 2016 se editó “Las piedras y el polvo” su primer poemario. 

lunes, 24 de octubre de 2016

Javier Roldán








Mamita

a Hattie


mamá
peinándose con los dedos a la orilla del río
me gustaba ver su reflejo en el agua
nos despertábamos antes de la salida del sol
cuando una fina capa de polvo cubría la aldea
raíces y frutos comíamos
en cuencos de barro

mamá
caminando
y el deseo de los hombres siguiéndola
como el león sigue a la gacela herida
yo imitaba su sensual anadeo
pero todo lo que conseguía
era la burla de los otros

mamá
hablándole a las plantas
conversando con las hormigas
tenía siempre la palabra justa
que lo verde precisaba


algo de mamá tengo yo
en esta vida de esclava
cuando toco los hilos que atan sus sueños
mis palabras rodean a las damas sureñas
las arrullo con canciones
las humedezco con mi gran boca roja
y en mis manos florecen
como nunca lo hicieron
como nunca lo volverán a hacer




El soldado más valiente es siempre el soldado desconocido


Es extraño pensar
que cada uno de los que vuelven
del frente de batalla
sea una de las formas
que tiene tu regreso.

Cada uno ofrendándome,
en este caluroso verano interminable,
algo de ti.

Está el que trae una moneda,
moneda que guarda
dentro de una biblia sin tapas.
Otro que viene con tus pequeñas manos
(manos que nunca me gustaron
pero que no dejan de acariciarme).
Incluso hay uno
que me entrega tu voz
envuelta en una vieja carta
que habla del hogar perdido.

Cada uno de estos derrotados
me dice que esperarte
no es en vano.

Y así continúo
de pie en la puerta
mirando
el camino rojo polvoriento
por el que sólo baja
un río de hombres
barbudos y andrajosos.


 de “La Extraña Dama”, Alto Pogo, 2015
  


  
lover boy

a Pablo


cada vez que nos cruzamos por ahí
estás enamorado de otro

como la noche en que cogimos
por primera vez       y me dijiste:

"para mí sos Leonardo, ese es tu nombre
porque el primer pibe que amé
se llamaba así: Leo
yo tendría seis años        el tendría dieciocho
era mi vecino         y no había momento más feliz
como el momento
en que pasaban a buscarme con su novia
y él me decía ´¿subís campeón?´
y me llevaban a dar una vuelta en coche
y yo sentado en la parte de atrás
sentía que los amaba a los dos
pero más a él"




Tinder


¿Ves cómo tratan aquellos muchachos
a sus celulares?
¿Ves las sonrisas cómplices
las miradas tiernas que les dedican?
¿Y cómo suavemente deslizan
sus dedos por las pantallas?
bueno
lo único que pido    hoy
es que esos muchachos
me deseen así
me dediquen las mismas dulces sonrisas
y sobre la pantalla
táctil de mi piel
encuentren la perfecta
aplicación para el amor


 de “Bendito yo soy”, Paisanita, 2016





Pyahu

a Alfredo


el acento guaraní surge en tu voz
por momentos

surge por ejemplo
cuando los ríos ceden
y te enojás
y tu alma asoma
dulce plañidera con el llanto
de un guyra campana
que no huye
porque está enselvado
y sus alas se enredan
con la exuberancia del verde voraz

surge por ejemplo
cuando sos mi maestro,
y aprendiz en la cama te pregunto
¿cómo se dice mano en guaraní? “po”   
¿cómo se dice dedo en guaraní? “cua”

y mi risa resuena en la habitación
con acordes de arpa
porque el mundo vuelve a ser virgen
después de cuarenta años



 de “Las profecías perderán su razón de ser”, Subpoesía, 2016






Javier Roldán: nació en el Oeste del Gran Buenos Aires, en Merlo Gómez. Trabaja como docente en colegios secundarios del conurbano. Tiene como maestro a Osvaldo Bossi. Lee, mira películas y series y escucha radio AM todas las mañanas como lo hacía su abuela Chicha. Está de novio con un indio guaraní que omonda akue hi py´a.

miércoles, 19 de octubre de 2016

Valeria Román Marroquín





cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. 

post adolescencia, comencé a perder pelo por la histeria
dejé a un lado las cosas de niño cuando 

leí a Freud por primera vez y no lo entendí 
tuve el número necesario de dudas

post histeria
adopté la migraña y el anticonceptivo

hice las preguntas correspondientes:
no recibí respuesta alguna. post coito 

leí a Kierkegaard por primera vez y no lo entendí muy bien:

qué desgracia ser mujer / une femme / a woman
a wo-man
y eso que la peor desgracia cuando se es mujer / une femme / a woman
a wound-man
es, en el fondo, no comprender que lo es
post coito olvidé la fe

asumí mi condición de objeto dentro del continuo materia-espacio-tiempo: 

desde electrones / átomos / moléculas de hemoglobina / cola de cometa / protones / campo eléctrico / hígado / hipotálamo / membrana / celular / transistor  / anillo de saturno / gota de lluvia / zanahoria / río amazonas / páncreas / pluma / desierto / nube / cactus / flor / una mujer es 
como 
una 
flor 
a rose is a rose is a rose is a woman (a wound-man) una mujer es como una flor 
como una flor
como una flor
como una flor
asumí 
mi condición

frente al espejo, une femme

y no lo entendí muy bien, casi en lo absoluto













sin masturbación, muy lejos del capitalismo / muy lejos de la dialéctica y la jurisdicción, el hombre racional se increpa: ¿qué clase de animal somos?

all animals are equal (god loves his children, yeah!) but some animals are more equal than others

del Sus scrofa domestica al Homo Sapiens y viceversa ¿cuántos kilómetros hay entre nosotros?

del Homo Sapiens al Sus scrofa doméstica y viceversa ¿cuánta es la distancia que hemos recorrido?

con paciencia espero. cada cuatro horas
especto el cambio de guardia, cada cinco minutos                          una respuesta
escucho un cerdo morir. el resto del tiempo 

las cifras son reactualizadas: 
diez mil muertos
tres mil heridos
dieciséis grados centígrados
martes

¿por qué?

aquí: los límites del dolor. 

¿qué hacer?

el resto del tiempo calculo mis posibilidades.

frente al contacto con mis pares, mi plato de asado frente a la paternidad la economía post guerra frente al hombre post guerra y su sexo, el post hombre y sus cárceles y sus leyes y sus latas de conserva circa 2000 algo

entiendo que esto es parte de la extraordinaria belleza del Sapiens sapiens: si perteneciera a otra especie, no sería posible

sobre las trincheras
y los marranos en recesión 

no sería posible












post adolescencia, comencé a perder la cabeza por los tiempos modernos

post coito, adopté la redención
acepté las posibilidades de rehabilitación. en los quirófanos
aprendí a suprimir el silencio. en los hospitales
dormí toda mi juventud. en los hospitales
recé toda mi juventud. al ir creciendo

encontré satisfacción. en el estudio de la anatomía humana

encontré satisfacción. sí, lo reconozco recuperé la fe
y me conmueve. la sanidad física
no es una prioridad: la acción del otro
me conmueve. el contacto visual
como un acto de violencia. la fragilidad
como un arma. el estrabismo y la histeria

como parte de un plan divino.
ahora entiendo,

detrás de la deformidad hay un diseño complejo. detrás del dolor hay un diseñador inteligente.

lo acepto y me conmueve. con convicción
partí al sur.





Valeria Román Marroquín (Perú, 1999). Entusiasta del queso helado y de Wittgenstein. Estudia Filosofía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es miembro del colectivo sanmarquino Poesía Sub25. Ha sido publicada en distintos medios virtuales y espera sacar su primer poemario este año. 

lunes, 17 de octubre de 2016

Enrique Winter












tenía buena letra y una cara lisa de piedra
medía diariamente sus ventanas
diciendo no son manchas las del plumaje son las plumas
negras y enteras blancas como las ropas que adoptaron
el difuso color a lluvia
de los dedos pulgares cal y polvo
de sed el agua pronto ahoga las mejillas
coloradas a la manera de
o de la apuesta perdida a los quince
     la besaría sin tocar sus labios
cuesta no hacer trampa al principio
y hay un punto de fuga entre el rictus
de esta cara rugosa que mira el techo y la esquina
del mismo techo donde espléndida
la telaraña marca territorio






quién quién es la presencia en esta pieza
por qué pide permiso para entrar

a otra que no soy
y protege al que soy sin escucharla

se multiplican las miradas al ahogado
en una playa poblada de parientes






tres meses sin la regla como los tres semáforos en rojo tres

                                                                  de marzo recibe su casa

       se la presta una semana a la familia de seis personas

  que se la quita

                                         sin pagar la reja de multitienda

           saca las cuatrocientas lucas restantes del banco

                                                                         un seguro de vida

              pone de beneficiaria a la hermana

              le arregla el departamento

                               y compra ropa elegante para una boda en santiago

       por sus ojos claros lograría lo que se propusiera decían

                en la carretera frente a chimbarongo

                     su hermana no recibe nada porque le hallan alcohol

                                                               le tenía pánico a la muerte

               por el camión fue instantánea






las tuercas y perillas disgregadas
se frotan sin idea alguna
de la tele el reloj y radio

desarmados de niño e imposibles de volver a

las termitas que vuelan solo para aparearse
luego cuelgan las alas a esta lámpara de papel

con el temblor cayeron de a pocas luminosas
alas en espiral

en el café flota una taza
trató de verla como la veían

la piel un filtro de café cuando el café es el mundo

y de lavar los pantalones solo
agua y luego con agua repetirlo
hasta borrar las manchas perdiendo

la cruz del sur en los bolsillos o
un manojo las llaves de un cerrojo
abrían un portón

un día le gustará todo y un día se le quitará





De ruidos para construcción y orquesta (Zindo & Gafuri, Buenos Aires, 2016)


Enrique Winter (1982) ha publicado en ocho países los poemarios Atar las naves, Rascacielos (traducido como Skyscrapers), Guía de despacho y Lengua de señas (como Sign Tongue), y el disco Agua en polvo, reunidos en Primer movimiento y De ruidos para construcción y orquesta y seleccionados en Código civil, además de la novela Las bolsas de basura. Traductor de antologías de Charles Bernstein y Philip Larkin, ha recibido los premios Víctor Jara, Nacional de Poesía y Cuento Joven, Nacional Pablo de Rokha y Goodmorning Menagerie Chapbook-in-Translation, entre otros. Fue editor de Ediciones del Temple y abogado, es magíster en Escritura Creativa por NYU y coordina el diplomado homónimo de la PUCV.

martes, 11 de octubre de 2016

Natalia Leiderman






a mi abuela



cuando la vi con la cara hinchada 
y la mitad del labio torcido
hacia abajo
no se me ocurrió nada para decirle
solamente sentí el ruido difuso
de un poema
como un gato arañando la puerta del fondo. 




pienso en ella
en su olor a perra húmeda
a fruta aplastada contra el piso
agua de florero, sin recambio
pasan días
días, pienso
en los acuarios antiguos
en el polvo que queda 
después de que liman los dientes
o los huesos, pienso

si es posible que la vejez la acostumbre
también a esto.



sé cuándo se acerca
sus pasos son como una escoba
barriendo arena y tienen
la intimidad de una niña
cubriéndose el sexo 

cuando se acerca
me duele un órgano que desconozco 

entre los ojos y la lengua
el corazón y el cerebro
algo rechina.



la plata que me dio
no la gasté como ella quería

no me compré un cinturón
no compré pilas
ni lana
ni revistas

la gasté en chocolate
la gasté en hoteles
invertí en el amor. 



es febrero
y ya han iniciado el operativo 
para que vuelva a su casa
entonces empiezo a pensar
qué hará ese primer momento
cuando  por fin esté sola
vuelta a la pura agua de pozo
a la pura madriguera, a los techos altos
y humedecidos,  a la cama doble 
que la repite, dos veces

me acuerdo de una sola noche
que dormí en su casa
aferrada a un muñeco extraño
duro, de colores opacos
no me acuerdo por qué
nunca más volví a quedarme

los sillones verde pantano
el jardín atrás y adelante
los enormes placares de madera
la enredadera que asciende 
por la ventana e inmoviliza
las persianas bajas de su cuarto

cuándo resignaste la luz, pregunto, y el aire
y te entregaste
al avance desvelado de la naturaleza. 



Natalia Leiderman nació el 31 de octubre de 1990 en Buenos Aires. Es fotógrafa y estudia Letras en la UBA.  Participó en las Antologías de “El  Rayo Verde” 2014 y 2015. Asiste a talleres de poesía de Osvaldo Bossi. Animales dorándose al sol (Editorial El ojo del mármol, 2016)  es su primer libro publicado. 

jueves, 6 de octubre de 2016

Alan Ojeda






Filos que salvan

I

El viento sopla leve
y anuncia la tormenta
Allá la luz revela
un filo
Una mano sostiene
una espada
que vibra
haciendo susurrar el aire

II

Dos hombres mojaron
sus katanas en el río
Los cerezos explotaban
sobre el camino:
era abril
Murasama y Masamune
vieron correr las flores
sobre el agua

Cuando las flores
chocaban
con el filo de la katana
de Murasama
eran cortadas
suavemente
a la mitad
“Ese es mi filo”, dijo
Murasama, triste
al ver que las flores no sangran
“La tuya, Masamune, deja
que las flores se escapen.
Rozan su agudeza, y la esquivan”
Masamune sonrió
y en loto
observó el flujo del río
cristalino
reflejando
el metal de su espada
reflejándose
en el agua
“Mi espada no corta
las cosas bellas” dijo Masamune
y extrajo
del agua su katana
aun seca.


III

La espada acompaña
a la balanza
la balanza acompaña
a la materia
ésta se pesa
se mide
y es cortada
Donde prolifera lo inútil,
prolifera el mal,
porque el mal se esconde
en los pliegues
del decorado
Frente a la espada
nos medimos
en nuestra utilidad
y cuando llueve en nosotros
y nos olvidamos
convocados por la lluvia
de la palabra belleza
sin pensar
y somos la lluvia
contra las piedras
y contra el lago
y la tierra de la que brotan
los insectos y los sapos
y dejamos nuestro hogar
para buscar el hogar
del mundo
y somos el hogar

nosotros somos la espada

IV

Y mi cuchillo cortará
lo que sobre

el viento arrastra el polvo
y mi mano
siembra el fuego

tierra limpia quiero
para las cosas buenas

tierra limpia
solo decorada
por el sol y el brillo
del último primer rocío

Dar un verso que haga
que la imagen tiemble
y el mundo que representa
se rompa
y nazca de la miel de Dios
que brota de la carne abierta,
una luz
simple
y se escuche
la risa de un niño
dando la bienvenida 



Alan Ojeda (1991). Periodista, Gestor Cultural, Escritor y Docente de Lengua y Literatura. Es asiduo colaborador del portal artezeta.com, donde realiza reseñas, entrevistas y crónicas. Ha entrevistado a Djs como Alex Bau, Dominik Eulberg, Alexander Robotnick, Dusty Kid y Ron Maney. También, colabora con notas de investigación en Labrokenface.com y Danzería.com y es conductor y productor del programa de radio Área Moog.

En 2014 publicó Ciudad Límite, su primer poemario, por la editorial Llantodemudo. Algunos de sus poemas pueden encontrarse también en la antología "20 años de poesía" de la misma editorial. Coordina junto a Michel Vernes y el escritor Carlos Godoy el ciclo miniMoog, donde se mezcla la música electrónica, la poesía y las mejores editoriales independientes. Actualmente se encuentra realizando investigaciones académicas sobre música electrónica. Algunos han sido publicados en la revista académica Luthor (revistaluthor.com.ar).