martes, 22 de marzo de 2016

Diego Vdovichenko




Qué es eso de imaginar lo que no ves?


I

Y si no están tomando merca?
Si lo que hacen es oler algo,
eso que no llego a ver desde acá,
una flor pequeña, un sahumerio
o esas muestras de perfume?

Y si la botella que está en la bolsa tiene agua?

Unas señoras más allá los señalan
la policía no tarda en llegar
el perro a mis pies saca la lengua
no dice nada pero se que tiene sed.

II

y si esta vez te pasó por gil?

o es que nada podía evitarlo?

Un día te levantás
cambiás el recorrido habitual que hacés
con el perro  y tus libros

vas al bosque por un camino secreto
un loco se acerca con una piba
te pide un mate, se sientan en la esquina.
Sos consciente que la secuencia la maneja él
y que tiene el mate con la bombilla que te regalaron.

Que cebo yo, que no, que dale un mate a la piba,
que ponele más azúcar, que me estoy rescatando
que yo no robo amigo, que rico el yuyito qué es,
que dame el  mate, que que ya fue, que dale vení
que gato, que no, que hacés, eh eh eh eh eh eh eh eh

de pronto flash

vos corrés cruzando calle uno a las 9:30 de la mañana
pedazos de toscas que caen como lluvia en el asfalto humedecido
el perro mueve la cola, tenés la bombilla en la mano, estás agitado.






El casorio

escuchá
estábamos en el patio fumando un cigarrillo
el mati decía cosas apoyado en la puerta de un auto

alguien bajó el vidrio y le dijo
no te apoyés en mi auto negro de mierda

este comentario al mati no le gustó
y viendo quelque hablaba era un menor le contestó

qué carajo te pasa guacho?

Había una señora en diagonal mirando la secuencia y se acercó

empezaron a putearse los tres

el mati cerraba las manos

pero vino alguien más como para darle el gusto
el hermano mayor lo prepoteó y esto me pareció justo.

¡qué lindo fue verlo al mati llevar al loquito hasta la tranquera de la quinta!

de la tierra el griterío y desde adentro
siete gordos mecánicos salieron en defensa del hermano de la novia.

La familia del mati estaba ahí
y lejos de contemplar la desigualdad
se sumaron en su defensa

a veces todo es tan rápido
que el aire se vuelve una sola imagen.

Tenía mucho miedo entonces me di vuelta y lo vi
al popeye ahí parado le gríté vamos vamos
pensando que vos, que siempre te hacés el pija en el entubado
pero no, el loco se guardó adentro

entonces ahora tenia más miedo que antes
salí corriendo y le pegué
al gordo sorete de camisa naranja
una piña de un nene de quince años
porque lo estaba pateando al papá del mati y que cagazo
un gordo me pegó y como seguía con miedo
me levanté y le pegué una patada  en la panza a otro

esto duró un montón y casi nada
como todas las peleas

el novio la ligó como el mati, sus hermanos y el papá
el resto terminamos bien.

En un rato casi breve o no sé
los gordos desde adentro del salón
vitoreaban tomando merca en el baño
invitando a todos a la pista que era hora
ese momento lindo en que los novios bailan el vals

nosotros nos metimos a un costado de la ronda
algo de sangre en las camisas observando
pensaba
mientras miraba al popeye
ponerse el saco para entrarle a la ronda
que seguro al otro día iba a decir algo
de que él nos defendió y todo eso
pensaba
que cagón loco
que terrible cagón.





Campos de sorgo

meté la hoz
que el sol esta fuerte
y en la ruta
la resolana

que la mies esta madura
meté, meté

a la derecha
campos de sorgo florecen
un rojizo de lejos
se estira la linea

es verano
los cacharros rebosan
vacaciones y calor
la percepción en viaje.

desde un lugar escondido
siente que es el momento
de abrazar a alguien
preguntarle cómo esta

un camión se cruza
su prima pierde el control del auto
pero no la tranquilidad

tarda en volver a la imagen anterior
el rojizo no se va
con el sol la maldad

viene pensando en eso de
quedarse quieto en una imagen nueva
moverse, crear una historia y sentir esa invención.

los pensamientos confunden
parte de la vida
porque grande es su maldad

pero vos meté, meté la hoz
que el campo es rojo
bermellón colorado bordó
mete que la mies esta madura
el sol la ruta los pastos

un rayo de luz le pega en el ojo
brillan los rostros en la multitud

veni,
pisa que el lugar esta a pleno
se ven los arboles alejarse en un lento movimiento
los cacharros rebosan.

mira el mundo desde donde esta
no lo pierde de vista
porque grande es su maldad

meté dale meté meté meté
la hoz que la mies esta madura
que las precisiones  del momento
se van

ya no quedan

campos de sorgo
al costado de la ruta
brillando en verano

las tinajas rebosan, vení
pisá que el lagar esta lleno
todos menos el verso
porque grande es su maldad

el auto se frena
hasta luego
pocos pasos
y otra vez:

desde el fondo del pasillo
su abuelo pregunta
quien es quien es
sol en la boina
brillan las plantas
el clap clap de las chinelas
la imagen

meté la hoz
que la mies está madura
veni, pisa, el lagar está lleno
las tinajas rebosan
porque es grande su maldad.




Diego Vdovichenko nació en Rosario del Tala en 1985 pero cre­ció en Bahía Blanca. Vive en La Plata donde da clases de prácticas del lenguaje en escuelas públicas. Publicó Hasta acá (La Propia Cartonera, Montevideo, 2012) , Creo en la poesía (Ivan Rosado, Rosario, 2015), Las Piedras (Gog y Magog, 2015), Volver a la escuela (Club Hem, 2015) y La canción que más nos gusta (Neutrinos, La paz, 2015).



miércoles, 16 de marzo de 2016

Jonás Gómez








1
Fue una mañana de frío inesperado para la época. 
En el baño había una luz más acorde al invierno que a la primavera,
y a través de los paneles de la ventana había un ingreso de llovizna.
Era algo mínimo,
había que entrecerrar los ojos para verlo,
probablemente fuera el cambio de viento alrededor de la terraza, 
porque pasaste otros días de lluvia ahí, pero eso, ese avance a través de la ventana, 
eso fue nuevo.

Entonces, de pie, frente a esa manifestación de lluvia dentro del monoambiente,
en el día laborable que pasaste lejos de toda labor, 
pensaste en el futuro y en lo que podría pasar en los próximos meses.
Pensaste: el futuro está todavía a un kilómetro de distancia, ya llegará, ya llegaré.
Pensaste: un slogan actual: le clavás el visto al futuro o el futuro te clava el visto.
Pensaste: hay casi un color en esas gotas, casi un color, pero no del todo.
Pensaste: esto que está pasando es nuevo, entonces, esto ya es el futuro.






2
Las construcciones sólidas requieren, o demandan, lentitud. 
No se ensambla una obra magna en tiempo corto, hay que transitar los preparativos para, cuando llega el momento, trabajar.
“Es como ese sonido de la cuchara en el fondo de la lata, ese raspido,
ese sonido aprendido antes de asimilar el circuito de la entrada, el plato principal 
y la porción dulce, antes de llegar a eso hubo que ir al estante alto y explorar la lata”.

Las construcciones sólidas requieren, o demandan, movimientos pausados.
A Whitman le llevó la vida escribir Hojas de Norteamérica,
no podría ser de otra manera,
para rencarnar en el imaginario y en el discurso de futuros lectores es necesaria esa entrega,
esa constancia devota
de levantar un ladrillo a la vez, durante largo tiempo, de a ratos con paso impreciso, de a ratos firme con la carga entre manos, pero al final, 
al final del día, al final de la obra, el resultado persiste.

Las construcciones sólidas requieren, o demandan, obrar con lentitud.
Y aunque es cierto, el tiempo nos llevará puestos a todos, en el trayecto de uno a otro punto,
en el día a día,
en la dignificación del tiempo por medio del trabajo,
hay manos y hay voluntad de hacer,
hay imaginación y necesidad de concretar la combustión,
hay un músculo curvo y rojo (el gran tambor) y el impulso de ser. 







3
Para lo que queda del año, que es algo así como la mitad, hay que trabajar arduo,
hay que jugarle unas rupias a lo que es posible,
porque es punkeada de ir a fondo mientras se incendia el auto
no es la mejor opción
ahora que intentás vivir mejor, tener una buena vida.

Trabajar y estar en paz,
esa es la meta,
esa es la línea de polvo dorado que se ve a lo lejos,
al fondo de un camino de tierra
aplacada por el ir y venir de otros que ya marcaron el camino.

Pero nada es nuevo hasta que lo hacés vos,
si caés en el slogan baratija de “está todo hecho, no hay futuro”
no pasa nada de nada, tovarich.

Hay que soltar unas monedas turcas a la posibilidad,
la clave es la sumatoria de trabajo, perseverancia y buenaventura,
bienaventurados sean los que trabajan duro,
lo mío es la corriente del desparejismo,
a veces mucho y arduo, a veces contemplación fría.

(En la revista encontré esta frase “un frente frío”
y me quedó grabada,
la imagen de algo vasto, no manejable
que congela todo lo que oscila
o se mantiene inerte ante su paso).

Pero lejos las ideas y cerca la actividad,
hay que
hacer sonar unas monedas a la buenaventura del trabajo y lo posible,
el objetivo es
un nivel de perseverancia alto, Aguilar,
mientras vivís el día a día
y raspás el trabajo con más trabajo.




Jonás Gómez nació en Buenos Aires en 1977. Trabaja en la editorial política Pueblo Heredero, coordina un taller de escritura creativa y colabora en el suplemento cultural del diario Tiempo Argentino. Estudió dibujo y pintura en el Centro de Artes y Oficios CEAVAO. Participó en la antología “Si Hamlet duda le daremos muerte” (De la talita dorada, La plata, 2010) y en el proyecto Híbridos (2012), que reunió a escritores, actores y dramaturgos para una puesta de improvisación teatral. Editó “Equilibrio en las tablas” (Mansalva, 2010), primer premio Indio Rico en el género poesía, “El dios de los esquimales” (Ediciones Diatriba, Santa Fe, 2011), “Planos para construir dos ciudades” (Mancha de aceite, 2012)  “Calendario de siembra” (Barba de abejas, 2014) y “Venga a nosotros el reino de las estrellas" (El ojo del mármol, 2015). Estos poemas forman parte de Presente continuo.





jueves, 10 de marzo de 2016

Noe Vera







Un tejido apretado

A un grado las nubes
se acomodan en capas, hace calor
es una térmica interna, casi un bumerang 
surgido de la conversación como cuando de día 
para sentir más fuerte nos asfixiamos;
en el trecking nos damos cuenta de que la pareja
de ancianos que nos precede tiene un plan
calcado al nuestro, somos ellos
sobre veredas manchadas de hojas lilas, ocre, bordeaux 
aunque todavía no nos una la necesidad
de parar a descansar o tener las manos cruzadas
sobre la espalda: no afuera no esta tarde.
Las cantidades, lo que los demás, las baldosas 
de las que nos retiramos y hacia donde no llegamos
son las hojas que caen, es el show
de los árboles hay gajos, brotes, un tema ramifica, ondula
se extiende sobre otro
hace el paisaje invertido
subterráneo que nutre un boulevard;
los ojos de los dos frenan en un tronco,
conejos en un invernadero, las hojas en el piso 
nos parecen de muérdago.
Permiso para que las vidas anteriores
queden afuera, de las puertas para el hall 
donde tomamos té en la prometida
con recibidor, sillas de exterior 
donde sentarse a mirar el suelo
fumar ahumado, multiplicar este segmento.

**
Ahora todo lo que hago 
en mi cocina transcurre
mientras me miran de ojo a ojo
de banquina a ventana
me vigilan, me siento
insegura de salir a regar
de causar la muerte
de los huevos, de ser víctima
del instinto hacen guardia
frente a mí los futuros padres 
veinticuatro horas, me ven
rasquetear la mesada
usar guantes para lavar
poner música de primavera
ellos pusieron los huevos y ahora
con atención considerable
en este trenzado reciente que nos une 
hay desconfianza mutua
eligieron entre todas las que había
mi maceta de cactus
las palomas para anidar.






Automotivos

por momentos todo complota
el día en que a la noche habría luna de sangre, subimos
apurados engalanados transpirados 
a la ópera en el cuarto piso Tertulia 
una tragedia en la que los amantes al final
mueren castigados en la España de Felipe
por atrevidos o enamorados, da igual,
una tragedia que en el revés de lo explícito termina bien
el doble sacrificio los une hacia lo eterno
en el jardín de las delicias
el día en que a la noche habría luna oxidada
*fui a buscar la bici,
-me dijo por teléfono-
es la bici de mark ryden
es la bici que fue olvidada
en un sueño oscuro, escabroso
creepy total* y era verdad
es bajita alucinante de ruedas
nuevas que relucen y RAT style
algo así como Orgullo Chatarra
vanidosa de su herrumbre, se le notan
los 80, el asiento es de un azul que no volvió
y desliza como toda experiencia irresistible
delicioso, te lleva
tiene un farol que aun no anda
pero ya va a iluminar
y en la rueda un dínamo plateado transforma 
el pedaleo en energía para prender
al unísono durante el viaje
los dos focos que asocia
me acuerdo ahora que mis hijos
no aprenden, no hay caso
a decir *prender la luz*
dicen *aprendela, tengo miedo*
y no corrijo, en el camino de la noche
todo es perfectible, posible
de ser visto si aprendemos de una luz.






Toca Toca

Cumple años , cada vez cree más
la suerte es loca, como la fe desborda
de imágenes obscenas, lo ve en la tele
un niño sufre espasmos de amor frente al papa
es un finito de segundos verdadero
La pasión asciende, empobrecer no existe 
y la experiencia es solo un dato interior
que vuelve, como él, como emigrado
 a su país y lo descubre
quiso PPP fortuna en el intelecto 
y algunas otras cosas que no supo
pero obtuvo, fue feliz
una rabia negra 
de poesía en el pecho.






Noe Vera nació en Buenos Aires en 1980. Publicó Discontínuos (Editorial La propia cartonera, Montevideo, Uruguay), la plaqueta Nosotros quiere decir un montón de cosas (Color Pastel), el e-pub Cuatro Paredes por Ed. Determinado Rumor. Colecho, por Ediciones El ojo del  Mármol y Captcha de la bahiense Proyecto Vox. Forma parte del colectivo Máquina de Lavar.

sábado, 5 de marzo de 2016

Natalia Romero






Astro

La ruta corta 
el medio del campo,
donde nadie nos espera.
Acá podemos admitir derrotas
y hasta olvidarlas.
No vemos la forma del sol
pero sí la marca
que deja.
Una luz rosa
y esos dos molinos
uno al lado del otro,
sin rastros
de quien los construyó.
No hay nada con el sol
no es más que el sol
y sigue ahí.
Todos los días de mi vida
va a estar en el cielo.
Lo que nos rodea
no sabe que estamos
en ese segundo que se apaga
ni bien ocurre
y esa garza que vuela al ras
del suelo tampoco nos ve.
Ni los caballos de crines largas
marrones vivos.
Todo lo que invente ahora
existe
cuando la belleza es tanta
que ni lloramos,
el aire parece de oro
quiero tenerlo siempre
con la misma seguridad
que al sol. 





Seis de la tarde 

Salgo a regar las plantas
y espero que la tierra 
se humedezca
lo suficiente
para sentirme viva.
Estoy viva, repito.
La muerte no es un lugar.
La piel al sol
se enrojece 
y me asombro
todavía
cuando me acuerdo de vos
tirada bajo los rayos 
hasta volverte naranja.
El agua cae desde el tallo 
va a la raíz
la veo engrosarse
quiero recordar que vivo
como si no fuera un recuerdo.





Grabado

Sobre el borde 
las cosas tiemblan.
Bajo el agua los peces 
flotan sin rumbo
fuertes
saltan contra la madera
el aire aploma
el gesto del agua inspira.
Miré sus ojos a través del claro
también esa había sido yo.





Sur

No iba a poder controlar todo.
Lo supe la tarde en que el mar subió
en una ola 
alta hasta nosotros.
Alcanzó las piernas las caderas
la cintura al sol
los libros los papeles 
el lápiz los dibujos.
El mar era una belleza incomparable
que podía llevarme hundida.
No era el agua
no era la ola
no era la arena infinita.
Era el recuerdo de un miedo sin eco.
Lo único que controlo
no tiene nombre
pero es mío.








                                                                          tú en mi mano, tú azul, tú por el aire
                                                  yo te veo, mujer, y yo me veo

                                                                     Héctor Viel Temperley.

Ciervos

Mi hermana aprendió a nadar 
igual que yo,
al borde de la pileta 
tantear el agua con los pies
tirarse primero de palito
rozar ahí, con la punta 
los azulejos 
las ranuras en los dedos. 
Mi hermana aprendió a abrir los ojos 
igual que yo,
bajo el agua ver todo 
que pique el cloro
el verde más verde
el violeta también.
Mi hermana se pintó las uñas 
con el esmalte plateado de mamá.
Ella anduvo en sus zapatos,
los hizo sonar contra el piso
y eran sus pies.
Miraba documentales 
donde en el bosque, los ciervos 
huían antes de ver el ataque.
Las matas de hierba podían 
tapar hasta un pozo.
El peligro era un desconocido
hacia el que iban con los ojos cerrados. 




Natalia Romero nació el 21 de Febrero de 1985 en Bahía Blanca. 
En el año 2004 se mudó a Capital Federal, donde vive actualmente, en el barrio de San Telmo.
Es licenciada en Ciencias de la Comunicación.
Publicó poemas en plaquetas, revistas y antologías y su libro Nací en verano (2014) por la editorial El Ojo del Mármol.
Recibió el primer premio del concurso SARAS (Uruguay, 2015) donde sus poemas fueron traducidos al inglés.
Participó del VI Festival de Poesía en Lima.
Dirige la librería A Cien Metros de la Orilla (www.acienmetros.com.ar) especializada en poesía.
Coordina El otro lado de las cosas, talleres de poesía y escritura.
Cursa la Maestría en Escritura Creativa en la Universidad Tres de Febrero.
Algunos de sus poemas pueden leerse en: www.todaslascostas.blogspot.com.




martes, 1 de marzo de 2016

Gustavo Yuste






Progreso

En un nuevo capítulo 
de la lucha contra cualquier esencia y azar,
un grupo de científicos y publicistas
desarrollaron un veneno 
más letal que la personalidad.

Además, avanzan a paso firme
en la histórica meta
de reducir el amor
a un talle único.






Dos versiones

Versión oficial:
con el paso del tiempo
aprendí a convivir
con las particularidades y preferencias
de los demás.

Explicit version:
con el paso del tiempo
aprendí a convivir
con que me importe cada vez menos
todo.






Huésped

El síntoma se retrazó más de lo conveniente
y la enfermedad
-rápida como una laucha-
terminó de acomodarse.

Mientras hace contact con la birome
el médico te cuenta de las alternativas,
te habla de fechas estimadas
y apoya forzadamente su mano en tu hombro.

Todavía incrédulo, no podés aceptar
que un órgano de tu cuerpo
haya logrado lo que la suma de las partes
nunca pudo:

ser un ambiente propicio 
para que algo se instale
y pueda proyectarse a largo plazo.






Palpitaciones

Las semillas que plantaste por aburrimiento
en una tarde cualquiera,
mutaron en esas raíces que ahora destrozan 
las baldosas de tu casa.

En una esquina, 
con tu desesperación como única arma,
esperás el desenlace.







Buenos Aires

I
La casa de sepelios
anuncia su oferta 2x1
(hasta agotar stock.)

II
Ya de madrugada, las discusiones 
van entrando en zona de definición,
y las mesas dan lugar al crecimiento descontrolado
de bosques a escala 
hechos de vidrio verde. 

III
Mientras todos se encargan de detallar
cómo van a ser las próximas generaciones,
las camadas actuales nos vamos acomodando 
en los galpones del outlet.

IV
Blanca y fría como una heladera
la joven se sube a un taxi
para que el día
no la encuentre con ropas de noche.

V
Palermo, como si fuera un pacman,
se va comiendo a los barrios fronterizos;
algo así como hace Internet
con todo lo demás.





Gustavo Yuste nació en la Ciudad de Buenos Aires en 1992. Es periodista, escritor y poeta. Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires. Colaboró para distintos medios y actualmente es corresponsal de El Ciudadano (Chile). Es co-fundador y Editor General de la revista digital La Primera Piedra. En 2015 participó de la antología de poesía contemporánea Apología 2 (Letras del Sur Editora) y publicó su primer poemario llamado Obsolescencia Programada (Eloísa Cartonera).